Reflejos

¿Qué debes saber sobre escuchar música con exceso de graves o agudos?

Por: Daryl Antón Rodriguez

Sabemos que el sonido son vibraciones que se transportan a través de ondas; estas ondas necesitan de una fuente emisora y de algún medio por el cual puedan transmitirse. Lo que nosotros como humanos identificamos como sonido, es una sensación que se produce por un movimiento ondulatorio de ondas en un medio líquido, gaseoso o sólido que llegan a nuestro oído y se transforman en diversos impulsos nerviosos que viajan hasta llegar al cerebro.

La frecuencia del sonido, por otra parte, es aquella que permite distinguir la altura del mismo. En la música se les hace referencia como a notas agudas si el sonido es de alta frecuencia, o notas graves si el sonido es de baja frecuencia. Cada instrumento musical tiene sus propias características tímbricas, las cuales incluyen un rango de determinadas frecuencias altas o bajas. En la música de ensamble, se combinan estos diferentes instrumentos con funciones específicas que tienen la intención de equilibrar el resultado sonoro; sin embargo, siempre hay un registro (rango de alturas de las notas musicales)  predominante. Los sonidos musicales están centrados en determinadas frecuencias, por ejemplo, el La de  concierto esta en 440Hz. (440 ciclos por segundo).

¿Qué riesgos tienen los sonidos de alta frecuencia en el organismo? El sonido de alta frecuencia causa dos tipos de efectos sobre la salud: por un lado, efectos objetivos para la salud como la pérdida de audición (en caso de exposición prolongada) y, por el otro, efectos subjetivos que pueden ocurrir después de unos minutos de exposición, como dolor de cabeza, fatiga, mareos y náuseas. Depende mucho de la sensibilidad de cada persona (esto también está relacionado con la edad).

La exposición a los sonidos de baja frecuencia afecta negativamente la variación de la frecuencia cardíaca, lo que perjudica la salud en términos de enfermedades cardiovasculares, ya que supera los niveles establecidos para la prevención de estas enfermedades. La frecuencia cardíaca aumenta significativamente cuando la presencia de frecuencias graves es abundante, en comparación con una situación de silencio.

Cuidar la exposición excesiva a frecuencias altas y bajas deber ser primordial en nuestra convivencia con los sonidos del mundo; siempre en función de lo que estemos escuchando y para qué lo estamos escuchando.

Rodrigo Rodríguez Salas