CULTURA

TEATRO CIEGO

Michelle Morán V.

Viví una experiencia totalmente nueva en el centro cultural “El dragón de Jade” ubicado en Río Xochitepec 959, Hacienda Tetela, 62160 Cuernavaca, Morelos. Era un evento para toda la familia, pero exclusivamente para 16 personas, ya que el lugar era de extensión pequeña y se requería de la mayor parte del espacio para lograr la magia del espectáculo, ya que normalmente en este tipo de obras la gente se queda esperando a que los actores hagan todo el trabajo mientras que los espectadores fluyen con el ritmo. Ocurrió el 27 de octubre a las 5 pm.

Aquel lugar ha tenido como misión generar un espacio o una comunidad de especialistas a investigadores en las artes literarias, escénicas y marciales que puedan desarrollar niveles altos de cultural y artes mediante la práctica de diversas disciplinas llevadas a cabo dentro de sus instalaciones, siempre teniendo el objetivo de que los integrantes tengan los conocimientos y las habilidades para desarrollar espectáculos con contenido cultural y artístico que puedan mejorar y crecer el entorno.

Los encargados del lugar pidieron que nos colocáramos los antifaces de una manera que no pudiéramos ver nada, ya que, si no se perdería la ilusión de la presentación, después indicaron cómo trasladarnos de una manera segura, fue mediante la colocación de las manos de cada uno en los hombros de la persona de frente y caminando al mismo ritmo sin acelerar ni bajar la velocidad, ya que las personas de atrás de cada uno dependían de eso, también mencionaron que si alguien del público se sentía extraño o deseaba salir solo debía levantar la mano y los encargados se ocuparían de dicha persona.

Al momento de entrar nos colocaron en dos filas, se podía escuchar música moderna que incitaba a bailar, de pronto los guías nos llevaron a lo que parecía la entrada de una pequeña sala la cual estaba iluminada por diminutas luces que se lograban percibir aun teniendo los ojos vendados, no había rastro de escenario, escenografía, reflectores ni altoparlantes. A cada uno lo llevaron a sus respectivos asientos, los acomodaron y una vez que todo estuvo en orden apagaron las pocas luces que se percibían y la sala quedó en una obscuridad absoluta. 

En ese momento los sentidos comenzaron a agudizarse y solo se escuchaban los pasos y los susurros de los participantes, las respiraciones de los espectadores que se encontraban cerca de uno mismo, hasta que de pronto comenzaron a hablar un muchacho y una chica, el ambiente parecía ser una estética, ya que a cada uno le colocaron una capa de peluquería, nos colocaron un caramelo de naranja en la boca, tocaron el cabello de todos, los elogiaron y rociaron agua para hacer alusión a que se esperaba un cambio de “look”. La historia era sobre un chico homosexual llamado Jordy el cual tenía una amiga muy cercana llamada Sofi, eran inseparables y se apoyaban mutuamente en todo momento.

Después los guías retiraron los accesorios que habían utilizado para el público y nos llevaron a otra parte, caminamos aproximadamente dos metros hasta llegar a dicho punto y se sentía la distancia entre cada uno, estábamos ligeramente separados, comenzó a sonar una música para ejercitarse y la muchacha de la historia Sofi nos preguntó que cómo nos encontrábamos ese día y sí estábamos listos para realizar ejercicio a lo que todos respondimos que sí, nos indicó las instrucciones de los movimientos y comenzamos a ejercitarnos de manera acelerada, al finalizar los ejercicios nos entregaron en la mano un vaso con jugo de naranja para recuperar la energía después de dicha actividad. 

La historia continuaba en que Jordi llegaba al gimnasio donde estaba Sofi y le mostraba su nueva vestimenta para realizar sus ejercicios especiales, ambos platicaron sobre lo bien que se sentirían al ejercitarse juntos, Sofi le comentó a Jordi sobre el nuevo instructor de gimnasio, entonces Jordi le respondió que tenía un atractivo inigualable pero Sofi le dijo que era su novio, no le dieron importancia y comenzaron a reírse juntos, después Jordi mencionó que ya estaba cansando de fingir su tono de voz al momento de hablar con sus padres, ya que no sabían de sus preferencias sexuales.

Nos llevaron a otro lugar que se sentía frío, al caminar se escuchaban hojas secas como si se estuviera en un bosque o una calle en pleno otoño, después de escuchó la voz de Jordi pensando en voz alta sobre su situación, pero de pronto llegó corriendo el novio de Sofi y le dijo que no se metiera con ella, que su amistad debía acabarse, pero Jordi intentó explicarle que no tenía ninguna intención a parte de su amistad hacia ella, pero el chico comenzó a golpearlo hasta dejarlo tirado en medio de la nada, se escuchaban los golpes, los quejidos, y el sonido del grafiti de la calle.

De pronto se escucharon unos pasos, era una persona, su voz era grave que todos supimos que se trataba de un chico, se aproximó hacia Jordi porque había escuchado sus quejidos, lo ayudó a levantarse y le preguntó sobre lo que le había pasado, pero Jordi estaba débil entonces le pidió que lo llevara a su casa para poder curarse y estar a salvo. Ambos chicos llegaron a la casa, el chico amablemente curó a Jordi de sus heridas y comenzaron a hablar sobre la agresión, el chico le dijo que eso le había sucedido por no decir la verdad, entonces Jordi reflexionó.

Los papás de Jordi llamaron a su teléfono, inmediatamente su tono de voz se engrosó, pero él no estaba preparado para recibirlos en ese momento ya que estaba con un chico, por lo que le aconsejó que les dijera la verdad, ya que las heridas y los moretones eran evidentes de que había sucedido algo malo. Los padres tocaron a la puerta y el chico salió rápidamente despidiéndose de Jordi con un beso en los labios. Se escuchó como entraron los padres, ambos sorprendidos le preguntaron sobre la sangre en la camisa y Jordi les confesó todo, los padres lo abrazaron y lo llenaron de besos comprendiéndolo y amándolo tal y como era.

Sofi visitó a Jordi y este le contó sobre lo que le había hecho su novio, ella estaba completamente enfurecida y a la vez sorprendida, abrazó a su amigo y le consoló diciéndole que terminaría con él por ser una persona homofóbica y grosera. Ambos caminaron por un largo rato y decidieron asistir a la marcha a favor de los derechos de los homosexuales. Los guías nos entregaron a cada uno un silbato, un sombrero, unas mascadas, unos espirales, espuma y aerosol con olor a frutos. Nos indicaron con las manos los movimientos de baile que debíamos hacer y nos dijeron que bailáramos y que nos desplazáramos. Los pasos de todos se escuchaban, cantaban y nos colocaron frente a otro espectador para que bailáramos tomados de las manos.

Cuando finalizó el espectáculo nos hablaron acerca de la aceptación de la homosexualidad y cómo no debíamos discriminar a nadie porque podría ser la situación de algún amigo, familiar o conocido. Entre todos nos abrazamos y nos volvieron a sentar en unos asientos suaves y acolchonados. Nos tomaron de las manos y nos llevaron a la salida del lugar. Nos descubrimos los ojos y pudimos conocer los rostros de los actores, las voces no coincidían con sus apariencias, por lo que supimos que no todo es lo que parece.

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