CRÓNICA

Michelle Morán

El día viernes 8 de noviembre a las 8 de la mañana me levanté de la cama con un singular nerviosismo y felicidad a la vez por el simple hecho de pensar que en unas horas estaría frente a personas ejecutivas y egresadas de las mejores universidades de México respondiendo preguntas sobre temas de interés mayor conforme a un trabajo real, pensaba en tantas cosas a la vez como por ejemplo qué me podrían preguntar, sí me pedirían años de experiencia, sí podría ser lo que ellos buscaban, cómo sería el lugar, qué aprendería y con quiénes me tocaría trabajar, ya que me agrada trabajar en equipo, siempre y cuando sean personas eficientes y que siguen el ritmo que llevo conmigo desde varios años atrás. 

Cuando iba de camino al lugar iba investigando en internet sobre dicha empresa, ya que mi madre me había comentado que sería de gran ayuda saber algunos detalles del lugar para no llegar con la cabeza vacía si me llegasen a preguntar si conocía del lugar o sabía a lo que se dedicaban, y la verdad cuando investigué me sorprendí un poco porque era sobre todo tipo de empresas, no había un tema en especifico y no se dedicaban a uno sola cosa como pensé en unos inicios, sino eran personas que ayudaban a otras empresas a salir adelante con sus productos.

Al momento de llegar a la empresa, caminé hacia la entrada y me recibió el guardia de seguridad que parecía que había tenido el peor día del mundo, ya que su rostro mostraba enojo y frustración, le deseé los buenos días y me llevó hasta la puerta. Me recibió un muchacho joven, rubio y de ojos verdes, cuando quise saludarle de mano él intentó saludarme con un beso en la mejilla e hicimos un tipo de “baile incómodo” y terminó sujetando mi mano por alrededor de 3 segundos y eso me hizo sentir más incómoda porque ni había entrado y ya parecía que había mucha confianza cuando en realidad no había sido así.

Me pidieron que tomara asiento en lo que llegaba la encargada de la entrevista y la que había contactado por medio de un correo para conocer todo el proceso de trabajar con ellos, así que esperé mientras revisaba mis redes sociales fingiendo que no estaba incómoda por lo que había sucedido con el chico, también escuché que el ambiente era juvenil y relajado, eso me brindó un poco más de seguridad al saber que posiblemente trabajaría con personas de mi edad.

Finalmente llegó la chica, lo cual me sorprendió la manera en la que estaba vestida porque yo esperaba a una joven con un atuendo formal y hermoso, pero en realidad portaba unos jeans casuales y una camisa morada, me sentí extraña porque yo iba formal y los demás como si fuera cualquier día. Nos presentamos y sonreímos incómodamente porque de manera evidente no nos conocíamos anteriormente, así que saqué mi currículo y comenzó a revisarlo asentando con la cabeza mientras lo miraba detalladamente, aunque ya lo había revisado porque me comentó que el correo sí había llegado a su bandeja.

Comenzamos a platicar sobre mis habilidades, experiencias, debilidades, fortalezas y oportunidades, pero sus preguntas estaban enfocadas a la cuestión laboral, por lo que no pude responderlas de una manera extensa, ya que nunca había trabajado en una empresa, por lo que sentí que mis respuestas no favorecían el perfil que buscaban. Resaltó mis cualidades de una manera forzada o falsa, ya que me comentó que me apoyarían a saber hacer todo lo que ellos hacían, pero yo no lo creí.

Nos despedimos y mi sentir no fue agradable, ya que sentí que no había tenido éxito en dicha misión, recuerdo haberme sentado en la cera afuera de la empresa con pensamientos derrotados porque sentí que pude haber respondido diferente, pero luego me puse a pensar y concordé en que había estado bien que dijera la verdad porque no se puede llegar a ningún lado con mentiras. Días después le escribí para tener una respuesta pero me respondió que habían encontrado a alguien más y ahí me dije a mi misma que todo estaría bien, que no sería la primera ni la última entrevista de trabajo a la que iría.